Esta historia empieza la semana pasada, cuando un corredor anónimo de los miles que entrena por el río se encuentra con otro corredor y comienzan a hablar. Casualidad o no, a los dos les gusta la montaña, los huaraches y la larga distancia. Por temas de agenda, a uno le es imposible ir al Maraton del Caroig y ofrece su dorsal al otro a cambio de traerle desde Bicorp la excelente bolsa del corredor. A estas alturas no será fácil reconocer cual de los dos soy yo. El único problema es que hace muy poco tardé más de 7 horas en acabar el de Javalambre… y dos maratones en menos de tres semanas, quizás sea demasiado. O no. A dorsal regalado no le busques el «pero».
Aprendida la lección de Javalambre, ésta vez decidí hacer bien todo cuanto estuviera en mi mano, y lo primero fue acudir a Bicorp la noche de antes, aparcar la furgo y dormir en ella como poco 7 horas del tirón. Con el descanso correcto, las cosas se ven mejor. La Organización me inscribe con mis datos y recojo la bolsa del corredor. Esta vez llevaba preparada una mochila con todo lo necesario: vaselina, crema solar, esparadrapo, barritas, agua y el iPod. Hoy si, todo bajo control.
Salida neutralizada: salimos andando durante 500m en un escueto peloton de poco más de 100 unidades los corredores y senderistas mezclados, y a la voz de «ya», salimos disparados hacia arriba por un tramo asfaltado. Me acuerdo de echar el freno de mano y para arriba 3km, sin sofocos ni problemas. La bajada es preciosa, por una senda a traves de un bosque de pinos que huele a tierra mojada y el suelo es blandito y seguro. En las bajadas es el único sitio donde me permito exprimirme y en ésta primera paso a unos cuantos corredores. Comienza un tramo larguísimo de pista con constantes toboganes, y sigo en mis trece: subir cómodo y bajar rápido. Esta estrategía me hace ir haciendo la goma de un grupito pero lo prefiero así, a cebarme inutilmente.
Km. 5
La temperatura es perfecta, no hay viento y está nublado. Yo voy escuchando musica, relajado, corriendo comodísimo y aún así rápido, hasta que empieza la subida en teoría más complicada que nos llevara hasta el km20. No me cebo y hago una subida a mi ritmo. Bien, todo bajo control todavía. Paso la media en 2h45′ y recuperando el terreno perdido en la subida. Me embalo en la bajada y contacto de nuevo con el grupo. En los avituallamiento no paro más de 20″, lo justo para recargar agua y frutos secos. En alguno ni me paro, cojo la botella como si un maratón de ruta se tratara. Poco a poco me adelanto al grupo, y cuando paso el km 28 decido quitarme el freno de una vez por todas. He hecho repaso: Pies? Cojonudos, ni ampollas, ni rozaduras ni dolor. Piernas? De momento, de sobra. Cabeza? Intacta y con hambre. ¡Pues a apretar!
Ahora ya me permito subir corriendo y lanzarme en las bajadas. Empiezo a cazar corredores que hacía mucho que no veía. La penúltima subida la hago sin problemas, pero en el km34, en plena bajada empiezan a flaquearme las piernas. Combino un par de minutos andando hacia abajo y cinco corriendo, y me vuelvo a recuperar. La bajada se hace más técnica a medida que bajamos el barranco, y vuelvo a disfrutar de nuevo. Solo queda una última subida. Lo que no esperaba es que fuera la más dura, pero me siento a gusto. La pena es que empieza a pegar el sol y que llevo 38 kms en las piernas, pero por lo demás bien. Incluso rebaso a un corredor en pleno ascenso. Paso el 40 y cuesta abajo a meta. Corro lo que puedo (que no es mucho ya), pero sé que queda poco. Entro en Bicorp y subo hasta el Trinquet, donde está la linea de meta.
Entrada en meta. |
Al final, 5h22’32», lo que para un tipo que suele tardar unas 7h en hacer un maratón de montaña, pues no está nada mal. Vale que el perfil no sea muy duro (1900mD+,) y que haya mucha pista forestal corredora en el recorrido, pero me queda la sensación de haber corrido con cabeza, y con la sorpresa de que mi cuerpo se ha recuperado increiblemente bien después de los 42k de Javalambre y los 20k del martes en Gilet.
Jordi Maldonado